CAPITULO DECIMOPRIMERO

 CAPITULO DECIMOPRIMERO

LAS BIENAVENTURANZAS


El capítulo anterior nos lleva, inmediatamente, en conexión temática a hablar de las BIENAVENTURANZAS, para intentar comprender lo de la santidad.

 ¿En qué consiste la santidad?

En hacer milagros. Es la primera respuesta. Y, aquí, todos nos entrampamos porque, enseguida, buscamos la idea de vivir haciendo prodigios y cosas full extraordinarias, como el hecho que cuando era niño, ese muchachito jugaba que celebraba la misa, o que era muy obediente, o como que se la pasaba, ya de niño, toda la noche en oración; que sobresalía en clases por su prontitud en todo; que era muy dadivoso, como el que más, y dejaba de comer para llevarle su propia comida a los indigentes y a los pobres; que le lavaba la ropa a los enfermos, y que les limpiaba sus llagas; o que tuvo o no tuvo novia; o que era misógino

Esa es la primera idea que se nos viene a la imaginación de lo que es la santidad. Y, encontramos mucha literatura de vidas prodigiosas en ese estilo. Literatura que fascina a mucha gente. En este punto es importante referir el capítulo quinto de este libro, que, según algunos que han ido leyendo y no les gusta ese capítulo, precisamente, porque estaban esperando cosas full extraordinarias, y no las encontraron, y hasta me han pedido que invente cosas de cuando Chuy era muchacho, todo ello para hacer más simpático el capítulo, porque no concuerda con el resto del libro. ¡Habrase visto! Por eso la nota que este libro no es una biografía, ni mucho menos, una hagiografía.

 ¿Y, está mal que todos pensemos eso, en relación a los que son santos?

No es mi propósito litigar ni entrar en confrontaciones, ya que quisiera aplicar lo del cuento del prefecto, porque si es no; pues será no; y si es sí; pues será sí. Porque lo importante es que aquel ya era prefecto, independientemente, que la gente del pueblo quedara sin saber si hablaba bien, o no. No era eso lo más importante.

 Pero, es que ha habido santos que eran así…

Tenemos, entonces, que diferenciar santidad de santidad, y vidas de vidas. Y ha sido tarea de los hagiógrafos, que es como se llaman los autores que han escrito la vida de los santos, los que a veces rayando en exageraciones han contado lo que cuentan, algunos más con los pies en la tierra que otros. Eso mismo nos lleva a diferenciar la santidad evangélica y la santidad popular.

 ¿Qué es, entonces, una y otra?

 ¿Qué es la santidad evangélica?

Al decir santidad evangélica ubiquemos que es la santidad que aparece propuesta en los evangelios, la propuesta por Jesús. Y, al decir santidad popular estamos diciendo de aquello que uno piensa que es un santo, que, muchas de las veces es un hombre o mujer fuera de la realidad cotidiana. Ambas santidades tienen sus propias fuentes y asideros para sostener lo que promueven, con sus resultados y consecuencias.

Y, vayamos a la fuente de la santidad evangélica, que no es otra cosa que las propias bienaventuranzas, que es todo el programa de vida que propone Jesús. Ahí está la santidad (Mateo 5, 1-11) Veamos. Dice, que, Jesús:

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.

 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:

 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.

 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.

 Alegráos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

Ahí tenemos el único programa de vida que Jesús propone, en el que la primera la puesta en práctica es la pobreza, al punto que, si la cumplimos, eso mismo nos va a ser felices y bienaventurados.

 ¿Y, en qué consiste esa pobreza, que es en sí como resultado una felicidad, porque eso lo que significa “bienaventurado”?

 ¡Vuelve a subirse la gata a la batea!

La gata se sube a la batea porque me la espantan y se asusta cuando nos metemos en profundidades de cosas que son complicadas. Y, justo ahora, la gata está asustada.

El caso es que la primera bienaventuranza es que son bienaventurados los pobres, pero los pobres de espíritu. Y, ahora veamos por qué está asustada la minina, la gata. Porque, tenemos que meternos a diferenciar lo que es pobre, primero; después, hay que precisar en diferencias, igualmente, lo que es pobre de espíritu de espíritu pobre, y buscar qué cosa es eso de pobre y de espíritu. Tenemos que meternos, entonces, en que si defender esto y refutar aquello otro, y eso se llama apologética. Ese contrapunteo es parte de la historia de la Iglesia, que a estas alturas del adelanto de pensamiento y de humanismo, hay que evitar, y que el Papa Francisco en el año 2019 dijo que eso de lo apologética hoy no se debe usar sino la teología del diálogo, respetándose mutuamente las creencias sin que ninguna busque convertir a la otra. Esa intervención del Papa Francisco, del año 2019, en una Universidad Católica en Nápoles, fue el inicio de la clase que yo les diera a los alumnos del cuarto año de teología en la materia “Síntesis teológica”, que más que dar fue un conversatorio muy fructífero de principio a fin, porque entre los cuatro dialogábamos desde las ideas propuestas por el Papa Francisco... Ellos, según ellos mismos, mostraron mucha sorpresa ante la nueva manera propuesta por el Papa Francisco de hacer la teología de hoy. Al principio, hubo resistencia y dos mostraron no estar de acuerdo con las ideas del Papa; pero, como era en dinámica activa de conversatorios, cada cual tenía derecho de disentir y exponía sus razones, que con el aporte del contrario en opinión, fuimos cediendo en la comprensión de la idea, llegando a la sorpresa de empezar a sorprendernos que, sin duda, el Papa tenía razón, y no porque nosotros le diéramos La razón, el colmo fuera, sino que era que nosotros entrábamos a entender al Papa, gracias a que estábamos estudiando y leyendo aquella intervención en Nápoles. La importancia del estudio, definitivamente, que hace que de pensar distinto y dialogando se llega a la verdad. Esto era un ¡Guao!. Y, ellos decían al final, simplemente, ¡Guao! Ellos mismos reconocieron que ignoraban que ese documento existiera. Ya eso era bastante y mucho.

 Entonces, ¿Qué es ser pobre de espíritu, según las bienaventuranzas?

Si seguimos los mismos evangelios, tenemos que ir adelante y atrás de los relatos que hablan de Jesús. Por esos mismos días en que Jesús hablaba de esas cosas había sucedido lo de la multiplicación de los panes.

 ¿Qué había sucedido?

Primero, que los que seguían a Jesús, llevaban varios días con él que les hablaba del Reino de los cielos. Segundo, que no habían comido. Tercero, que estaban en un sitio despoblado. Cuarto, que no había dinero suficiente para comprar comida de manera que todos comieran. Quinto, que era ya tarde y no había tiempo para ir y venir si se iba a comprar comida para todos.

 ¿Qué con eso?

Pues que había un problema: no había qué comer. Y en este punto del comer radican todas las tentaciones en la Biblia. En eso consisten las tentaciones. ¿Dónde está la primera tentación? En el árbol en el jardín del Edén. Aquí hay detalles muy útiles de resaltar, porque, no es que Adán y Eva no tenían nada qué comer; al contrario, podían comer de todos los árboles del jardín; menos del árbol del bien y del mal, que estaba, justo, en el medio del jardín. La pregunta inmediata, entonces, es: ¿Por qué Dios colocó ese árbol en todo el medio del jardín, y no en una esquina, o medio escondido para que no se viera, y tenía que ser justo en el medio? Era lógico pensar que se veía desde todos lados, porque estaba en el medio del jardín. Había, también, otro árbol en el medio del jardín. El texto del libro del Génesis (1, 9) dice: “Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. Definitivamente, fue del árbol del bien y del mal de donde tomaron el fruto; pareciera que no hicieron nada con el árbol de la vida. Pero, el caso no es que Adán y Eva no tenían nada qué comer; todo lo contrario. Y, el dato bíblico y teológico es que fue por comida donde radica la primera tentación, no porque no había comida, sino porque sobraba, más bien. Este dato es por de más de interesante, porque no es por escasez, sino por abundancia; pero todo por comida. De ahí se puede deducir que la tentación, por lo menos la primera, la de Adán y Eva, no fue porque faltaba, sino porque sobraba.

Las otras tentaciones en la Biblia también se dan por comida. Así, por ejemplo, por un plato de lentejas Esaú le vende la progenitora a su hermano Jacob (Génesis 25, 30-34). Dice, que:

cuando llegó Esaú del campo, agotado.

Dijo Esaú a Jacob: «Oye, dame a probar de lo rojo, de eso rojo, porque estoy agotado.» - Por eso se le llamó Edom. -

Dijo Jacob: «Véndeme ahora mismo tu primogenitura.»

Dijo Esaú: «Estoy que me muero. ¿Qué me importa la primogenitura?»

Dijo Jacob: «Júramelo ahora mismo.» Y él se lo juró, vendiendo su primogenitura a Jacob.

Jacob dio a Esaú pan y el guiso de lentejas, y éste comió y bebió, se levantó y se fue. Así desdeñó Esaú la primogenitura.

Ahora, resulta, que, la tentación vuelve a ser la comida, pero con la diferencia con la de Adán y Eva, es que es por falta de comida. Allá, sobraba; aquí, se tenía hambre y no se tenía qué comer. Y, se trata, nada más y nada menos, que de Jacob el que hace caer al hermano hambriento.

La tercera tentación sucede cuando el pueblo de Israel (que es el nombre que Dios le da a Jacob y que se lo cambia por Israel, después que Dios lo llama) es llevado por José, precisamente, el hijo de Jacob, que estaba trabajando como primer ministro en Egipto. ¿Qué pasó? Que como había hambre el pueblo de Israel empezó a vender lo que tenía a cambio de comida ante la escasez y hambruna que se iba incrementando en Egipto. Poco a poco fue vendiendo todo lo que tenía, empezando por su ganado, después sus tierras, y, por último, su libertad; todo porque escaseaba la comida, y lo importante era tener que llevarse algo a la boca y a amortiguar el hambre. Entonces, vendiendo su libertad, comían, y pasaron a ser esclavos en Egipto. Es cuando comienza toda la historia de Moisés, que no es otra cosa, que la historia de la liberación de la esclavitud de Egipto.

Y, las tentaciones del pueblo de Israel en el desierto, cuando lo del maná, que no tenían nada qué comer, primero. El texto del libro del Éxodo en capítulo 16, cuenta que:

Partieron de Elim, y toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida del país de Egipto.

Toda la comunidad de los israelitas empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto.

Los israelitas les decían: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta hartarnos! Vosotros nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea.»

Yahveh dijo a Moisés: «Mira, yo haré llover sobre vosotros pan del cielo; el pueblo saldrá a recoger cada día la porción diaria; así le pondré a prueba para ver si anda o no según mi ley.

Mas el día sexto, cuando preparen lo que hayan traído, la ración será doble que la de los demás días.»

Dijeron, pues, Moisés y Aarón a toda la comunidad de los israelitas: «Esta tarde sabréis que es Yahveh quien os ha sacado del país de Egipto;

Y por la mañana veréis la gloria de Yahveh. Porque ha oído vuestras murmuraciones contra Yahveh; pues ¿qué somos nosotros para que murmuréis contra nosotros?»

Y añadió Moisés: «Yahveh os dará esta tarde carne para comer, y por la mañana pan en abundancia; porque Yahveh ha oído vuestras murmuraciones contra él; pues ¿qué somos nosotros? No van contra nosotros vuestras murmuraciones, sino contra Yahveh.»

Dijo entonces Moisés a Aarón: «Ordena a toda la comunidad de los israelitas: Acercaos a Yahveh, pues él ha oído vuestras murmuraciones.»

Aún estaba hablando Aarón a toda la comunidad de los israelitas, cuando ellos miraron hacia el desierto, y he aquí que la gloria de Yahveh se apareció en forma de nube.

Y Yahveh habló a Moisés, diciendo:

«He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: Al atardecer comeréis carne y por la mañana os hartaréis de pan; y así sabréis que yo soy Yahveh, vuestro Dios.»

Aquella misma tarde vinieron las codornices y cubrieron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío en torno al campamento.

Y al evaporarse la capa de rocío apareció sobre el suelo del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha de la tierra.

Cuando los israelitas la vieron, se decían unos a otros: «¿Qué es esto?» Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: «Este es el pan que Yahveh os da por alimento.

He aquí lo que manda Yahveh: Que cada uno recoja cuanto necesite para comer, un gomor por cabeza, según el número de los miembros de vuestra familia; cada uno recogerá para la gente de su tienda.»

Así lo hicieron los israelitas; unos recogieron mucho y otros poco.

Pero cuando lo midieron con el gomor, ni los que recogieron poco tenían de menos. Cada uno había recogido lo que necesitaba para su sustento.

Moisés les dijo: «Que nadie guarde nada para el día siguiente.»

Pero no obedecieron a Moisés, y algunos guardaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se pudrió; y Moisés se irritó contra ellos.

Lo recogían por las mañanas, cada cual según lo que necesitaba; y luego, con el calor del sol, se derretía.

El día sexto recogieron doble ración, dos gomor por persona. Todos los jefes de la comunidad fueron a decírselo a Moisés;

Él les respondió: «Esto es lo que manda Yahveh: Mañana es sábado, día de descanso consagrado a Yahveh. Coced lo que se deba cocer, hervid lo que se tenga que hervir; y lo sobrante, guardadlo como reserva para mañana.»

y después, que estaban ya cansados de tanto comer de ese maná…

La tentación era que no tenían, según ellos. Pero, lo importante era que Dios no los había abandonado, pues, ¿Quién, si no, los había mantenido vivos desde la salida de la esclavitud de Egipto y los había sostenido en todo ese camino; quién; si no…? Se les olvidaba. Ahí, radica el origen de toda tentación, que no es otra cosa que “se nos olvida que”. Eso en ese primer caso de Israel por el desierto. Y, sucedió varias veces ese mismo comportamiento del pueblo de “olvidársele que Dios había estado ahí”, y que nunca lo había abandonado, porque, de lo contrario, se hubiera muerto de hambre, cosa que ellos alegaban, pero que no reconocían que Dios había estado y no lo veían.

En el segundo caso, sucede que, teniendo, se ponen intransigentes. Y, en esta vez, las cosas se complican, precisamente, porque se les había olvidado. Entonces, Dios les da una lección. Dice el texto del libro de Números en el capítulo 21, que:

Partieron de Hor de la Montaña, camino del mar de Suf, rodeando la tierra de Edom. El pueblo se impacientó por el camino.

Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: «¿Por qué nos habéis subido de Egipto para morir en el desierto? Pues no tenemos ni pan ni agua, y estamos cansados de ese manjar miserable.»

Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel.

El pueblo fue a decirle a Moisés: «Hemos pecado por haber hablado contra Yahveh y contra ti. Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes,» Moisés intercedió por el pueblo.

Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.»

Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida.

¿Cuál es el motivo, la causa, la situación, la realidad falsa, la realidad verdadera de estos dos casos del pueblo de Israel? La comida. La realidad falsa es que dicen que no tienen nada qué comer, que se están muriendo de hambre. Y, es, a todas-todas, una falsedad. ¿Cuál es la realidad verdadera? Que Dios nunca los ha abandonado. Esa es la realidad verdadera. ¿Y, cuál fue la tentación? En que cayeron en creer como verdadero lo que era falso. Esa es la tentación en una situación de comida.

Llegamos, ahora, a Jesús en el desierto en donde una de las tentaciones es, precisamente, que “haga que estas piedras se conviertan en pan”, pues llevaba cuarenta días y cuarenta noches sin probar bocado; tentaciones que fueron después del bautismo en el río Jordán. Lo más interesante de todo es que Jesús en la última cena restaura todo, y es en esa última cena, que Judas sale para entregarlo. Aquí, en este punto de la salida de Judas en la última cena, hay que reconocer que los teólogos no han profundizado, ni siquiera un poquito, y están en deuda intelectual, porque, de hecho, hay mucho sobre qué reflexionar, como, por ejemplo: uno: Jesús le pide a Judas Iscariote y lo manda a que “vaya a lo que tiene qué hacer”. En este punto pareciera que ya Jesús y Judas sabían de qué se trataba, y pareciera haber una especie de acuerdo entre los dos en el que sólo Jesús y Judas sabían, porque Jesús le habla a Judas como en clave de algo sobre algo. Y, Judas sale a hacer el encargo, como si Jesús le dijera salga y haga “de lo que hablamos”.

Un segundo punto en deuda en relación a la salida de Judas Iscariote, en la última cena, es, que, si se repite lo del libro del Génesis, con la prohibición de “no coman”, en el caso de la última cena, no hay prohibición, sino envío, más bien, porque Jesús le dice a Judas “haz lo que tienes que hacer”. Además, Jesús le da un bocado a Judas, y tras el bocado entra Satanás, dice el texto bíblico. Pareciera, por otra parte, que hay mucho del libro del Génesis que todavía no ha sido profundizado por los teólogos en el tema de la última cena de Jesús. Además, ¿No podía ser Jesús para Judas Iscariote un ángel en la modalidad del ángel de los cinco primeros libros de la Biblia, en la Torá, al decirle “no lo haga; sino, que, más bien, “haz lo que tienes que hacer”? Eso, por una parte; y, por parte, en relación a que Judas se ahorcara, ¿no pudo, Jesús mimo, ser un ángel para que no tomara esa decisión, y comprendiera la profundidad histórica de esa entrega, con su importancia teológica? Sigo pensando que los teólogos están en deuda intelectual en relación a Judas, porque hay muchos detalles que todavía están sin escudriñar en los Evangelios.

Si seguimos la relación con el factor comida que es donde radica toda posible tentación, ya porque sobre, ya porque falte, y en ambos casos es la misma permanente, vemos que, con Adán y Eva, sobraba, como también había suficiente en la última cena con Jesús, víspera de su muerte en la cruz. Recordemos que Jesús mandó a que dos, antes a preparar todo para la cena. Creo a estas alturas que en el caso de Judas Iscariote se le ha dado más importancia a lo de las treinta monedas por las que Judas vende a Jesús, que al hecho teológico y bíblico que está de fondo en el tema de la comida, en el que se podría exculpar a Judas porque podría verse, más bien, que estaba obedeciendo a Jesús. Esto, ciertamente, puede resultar escandaloso.

El tema de las tentaciones en asunto de comida será tema de otro trabajo-libro, sobretodo, desde esta perspectiva del análisis del Padrenuestro, en aquella parte de “no nos dejes caer en tentación”, en clave de la comida y de la experiencia de que Dios provee, y de que se nos olvida que provee. En donde la tentación podría ser en que Dios no nos deje ver la realidad falsa, y la creamos como si fuera la verdad real. Esa podría ser la tentación de la que se habla en la oración del Padrenuestro, porque la verdad verdadera es que nunca nos abandona.

Volviendo a lo de la multiplicación de los panes, entonces, Jesús les dijo que les dijeran a todos los que estaban que se sentaran por grupos.

 ¡¿Y, entonces?!

Había un muchacho que tenía cinco panes y dos pescados.

Entonces, Jesús dio acción de gracias a Dios, y ahí, justo ahí, en ese momento se sucedió la multiplicación de los panes, que consistió en que todos fueron compartiendo de lo que tenían, y todos comieron. Y sobró. En eso consistió la multiplicación.

 Y, ¿Qué tiene que ver eso con la santidad?

En que no habiendo y no teniendo, y estando en una de no hay, se abandonaron a las manos de Dios, en una de “Dios PROVEERÁ”, un poco a lo Abraham con Isaac.

 ¿Y…?

Que eso ser “pobre de espíritu”, en una de Dios proveerá, y, Dios, ciertamente provee. Se vive en una, igualmente, de “No OS PREOCUPÉIS”. Y, esa es la primera bienaventuranza. Eso es santidad.

Ahí está el primer punto como invitación de proyecto de vida del programa de vida que propone Jesús.

Entonces, viene la segunda bienaventuranza: Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

Los mansos…Los mansos….

Viven tranquilos. Viven sin apuros. Y, viven así, porque viven en una de abandono a las manos de Dios, que es el que provee.

 ¡¿Y, así vivía el padre Chuy?!

Hay que volver a leer lo de las bienaventuranzas y detenernos muy lento en cada una, y aplicarlo al padre Chuy, el hombre que vivía sin apuros.

 ¿Le faltó algo? Le faltó todo.

 ¿Vivió bien? No le faltó nada.

 ¿Se afanaba porque le faltó todo? No tenía apuros.

Más, aún:

 ¿Era manso? Lo llamaban bobo, y lo llamaban “mangas miadas”.

 ¿Sufrió? No tenía apuros.

 ¿Era limpio de corazón? No tenía malicia, y lo consideraban medio caído de la mata.

Tal vez, por eso era que era humilde.

 ¿Entonces, era santo en la línea de las bienaventuranzas?

 Sin la menor duda.

Y, aquí es donde está la sorpresa y la pregunta, de y… ¿, si era santo, por ser tan humilde, y la humildad es el principio de la santidad…y él lo era?

 ¿Y, sufrió, en el sentido de las bienaventuranzas, que dice: Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa?

En este último punto no entremos en detalles. Solo digamos que “porque no sabía hablar”, en una parroquia habían recogido firmas para llevárselas al Obispo, ya que hablaba mejor, porque sabía más y había estudiado más la promotora de las firmas y la encargada de esa tarea. Pero, es que, por última bienaventuranza, la de sufrir y todo por la palabra y por Cristo y su causa, es que se hacen más santos los que son santos, porque, ciertamente, es una de San Pablo cuando el apóstol dice con firmeza y sin titubeos que no predicó a Cristo con sabiduría humana sino a Cristo en el escándalo de la cruz, y de eso de siente orgulloso, por ser fiel al encargo que recibió del mismo Cristo, porque sigue vigente que (1, Cor 1, 20-31):

Porque dice la Escritura: Destruiré la sabiduría de los sabios, e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes.

¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no entonteció Dios la sabiduría del mundo?

De hecho, como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación.

Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría,

nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles;

 mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres.

 ¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza.

 Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte.

Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es.

Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios.

 De él os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención, a fin de que, como dice la Escritura: El que se gloríe, gloríese en el Señor.

 ¡Que si era santo!

Es que hay muchos santos a nuestro alrededor que viven a plenitud las bienaventuranzas, sobre todo en las cuatro primeras. Para mí hay más santos en la tierra que en los altares. En la vivencia de la santidad evangélica, por supuesto, sin hacer nada de extraordinario, como de las que cuentan los que escriben sobre los santos.

 ¡Interesante!

De más de interesante.


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