CAPITULO DÉCIMO

 CAPITULO DÉCIMO

CON LA PATA PELÁ


Las cosas han ido cambiando, y, últimamente, con la situación pandemia por lo del Coronavirus se ha acelerado ese cambio. A como íbamos ya no es a como vamos ahora. Un año ha sido suficiente para que las cosas que hacíamos antes, sigan siendo las mismas cosas que las de ahora, pero de manera diferente. Ha cambiado la manera y la forma de hacerlo, y hasta con mejores resultados, tal vez.

Es norma canónica que todos los sacerdotes realicen una semana de retiros espirituales, cada año. Se trata de una semana de reflexión, de descanso, de aggiornamento, de compartir entre todos los hermanos sacerdotes. Por lo general, se hace en cada diócesis, y ha de asistir el propio Obispo diocesano en comunión con su presbiterio. Eso implica una logística, tanto de temática como de lugar y asistencia.

Lo imprevisto y lo imprevisible de la pandemia, en el año 2020, llevó a que muchas cosas programadas no se realizaran. Lo comprobamos con las Olimpiadas de Tokio que eran para el 2020 y se hizo en el 2021. Así, por ejemplo, también, los retiros espirituales en muchos de los casos. Entonces, en el 2021, para no repetir ese vacío, el señor Obispo dispuso que el retiro espiritual se hiciera ese año por arciprestazgos, y que cada arciprestazgo decidiera el lugar, el director espiritual en modalidad de varios de entre los mismos sacerdotes, o uno solo para toda la semana. Ya era cuestión interna de cada arciprestazgo decidido todo en reunión de los mismos. Así fue. Entonces, el Arciprestazgo de Puerto la Cruz, San Ambrosio, decidió que un sacerdote por cada día, en cuanto al director de las charlas y reflexiones, y el lugar, en el colegio del Vicariato Los Sagrados Corazones de Jesús, José y María, en el Barrio Universitario. Se asignó a un sacerdote para el lunes, y para el martes, otro, y este sería el padre Chuy. El tema era libre de elección del predicador para cada día. Y, todo sería en la primera semana de la Cuaresma. Todo en autogestión en el sentido de las comidas durante toda la semana, distribuyéndose entre las mismas parroquias para cada día. Así fue.

Llegó el día lunes de la semana de los retiros espirituales. Cada arciprestazgo se hallaba iniciando simultáneamente su retiro espiritual, cada uno en su modalidad y lugar respectivos.

Fuimos llegando los que éramos.

Llegó, lógicamente, el padre Chuy. Y llegó con un pie en el suelo a puro pie desnudo y el otro pie en una chancleta.

 ¡Muchaaaaaaacho!

 ¿Qué le pasó, padre Chuy?

Era que el padre Chuy tenía, por esos días, un pie con una lesión y tenía que andar con el pie al descubierto. Lo lógico era que no estuviera saliendo, sino que se quedara reposando porque era, literalmente, una roncha grandísima que le cubría casi toda la parte superior del empeine, y estaba abierta la herida.

 ¡No debes andar así, padre Chuy!

Y, el con sonrisita de niño, como si nada estuviera pasando. Era fácil contraer una infección mayor. Así estaba y así llegó, con una pata en el suelo. Empezamos a e echarle broma, y no sé si adivinan, quién era el que más broma le echaba, y le cantaba:

 ¡Las muchachas de mi tierra bailan…

 ¡Con la pata pelá!

Él seguía la canción, e, igualmente, cantaba entre sonrisa y carcajadas. Bromas simpáticas y respetuosas que él mismo secundaba, y que, entre amigos es bien aceptada, y, en cierta manera, se espera que se hagan, porque esas mismas bromas son la semilla de una buena y bonita amistad; de no hacerse, sería extraño, y ya no se sería amigos; muy distinto del bullying, que sería malsano, que, en su caso, tampoco le hubiese hecho mella esto último.

Al día siguiente, martes, le correspondía al padre Chuy dar las conferencias del día, que eran tres cada día. Ahí estábamos todos en el salón dispuesto para ello. Empezó, entonces, su tema y su reflexión, después de las oraciones iniciales y de encomendamos al buen Dios que diera feliz inicio y feliz término a la actividad que ese día estábamos iniciando, como se hace siempre.

Chuy…andaba, igualmente, con la pata pelá. Empezó su reflexión dando el título de lo que se iba a tratar, y, enseguida, dio una cita bíblica, del evangelio específicamente, para consultar como fundamento. No había transcurrido dos minutos cuando uno de los presentes, que no fui yo, intervino para decir que la cita no concordaba con el tema. Entonces, Chuy dijo:

 ¡Ahhhhhh….! Creo que me equivoqué – y dio en corrección otra cita, y siguió hablando.

Y, enseguida, un tercero intervino de inmediato para decirle que tampoco coincidía la cita con el tema.

 ¡Aaaaah, caramba! – dijo Chuy con mucha serenidad.

 ¡Parece que copié mal!

Y, siguió dando su tema, en el que todos fuimos participando y se fue desenvolviendo todo con naturalidad. En este punto es útil contar aquel cuento del nuevo prefecto del pueblo.

 Érase una vez .

 Había la elección del prefecto.

 Había varios candidatos.

 Y se había lanzado un hombre que trabajaba en la propia prefectura como barrendero y del aseo de la propia prefectura. No sabía ni leer ni escribir. Y, tenía fama que ni siquiera sabía hablar bien. Pero, todo el mundo lo conocía y todo el mundo lo quería.

 Llegó el día de las elecciones.

 Ganó el barrendero.

 La gente estaba contenta.

 Y, para los días de la juramentación del nuevo prefecto, el nuevo prefecto tenía que dar tres conferencias seguidas, una cada día en tres días, donde expondría su plan de trabajo.

 Entonces, la gente estaba intrigada de lo que fuera a hablar, ya que tenía fama que ni siquiera sabía hablar.

 Primer día:

 “Espero que me entiendan” -- dijo, apenas comenzando a hablar.

 La gente a una voz dijo: ¡Siiiiiiiiiii!

 Entonces, el nuevo prefecto dijo:

 ¡Si me entienden, entonces, no hace falta que hable!

 Y no dijo nada.

 La gente se sorprendió y quedó más intrigada todavía. Y se reunieron y dijeron que sí al dia siguiente el prefecto volvía a decir lo mismo, que todos dijeran: ¡Nooooooo!

 Segundo día:

 ¡Espero que me entiendan!

 ¡Nooooooo!

 ¡Si no me entienden, entonces, para qué hablo!

 Y no habló, tampoco el segundo día.

 Entonces, la gente se volvió a reunir, y quedaron en que la mitad iba a gritar si; y la otra mitad iba a gritar no. Así fue.

 Tercer día:

 ¡Espero que me entiendan!

 ¡Siiiiiiii!

 ¡Nooooooo!

 Entonces, el prefecto dijo:

 ¡Los que entienden que le expliquen a los que no entienden!

 Y, tampoco dijo nada. La gente quedó más intrigada todavía y decía:

 ¡Es demasiado inteligente, más bien, nuestro prefecto!

 Y, se corrió la fama por todo el pueblo y en los pueblos vecinos.


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