CAPITULO DÉCIMO CUARTO

 CAPITULO DÉCIMO CUARTO

“EN MEMORIA MÍA”

(Primera parte)


La santa misa es la cosa más maravillosa en la historia de la Biblia. Hacia la misa tiende todo el sentido desde el Génesis, donde en el capítulo tres se nos cuenta en clave teológica la historia del pecado original. Ahí comienza todo en sentido de fe con la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén, con toda la historia de la serpiente.

La santa misa, desde su mismo comienzo, no es otra cosa que pura aplicación en clave de redención en el misterio de Cristo del libro del Génesis. Cuando en el semestre de la materia de “Síntesis teológica” con los tres alumnos del cuarto año de teología, inspirados por el pensamiento del Papa Francisco, hablábamos de la materia decíamos que toda la síntesis de la teología se encuentra en el Misal Romano, que es lo que se utiliza todos los días para celebrar la misa. Al principio esta idea les pareció como extraña; pero, como la metodología de la clase era el conversatorio, nos dispusimos a dar razones aplicando el diálogo, que tiene que ser, hoy por hoy, el método de la teología. Los por qué de la sorpresa fue lo primero que salió, que es el primer principio de todo estudio sobre cualquier cosa. Fueron saliendo los por qué, y como es lógico, los alegatos en contra de manera inmediata. Eso significaba, igualmente, que estábamos empezando por buen camino.

 ¡¿Por qué en el misal está toda la síntesis de la teología?!

Esa pregunta era, además, el comienzo de la sorpresa, era el principio de hacer síntesis teológica. De hecho, los tres alumnos dijeron que ellos estaban esperando que como la materia se llamaba “síntesis teológica”, ellos se imaginaban y estaban esperando que todo fuera síntesis de lo que ya se había estudiado en sus años de teología en el seminario, y que se trataría, de seguro, de eso: de ir resumiendo todas las materias, como Trinidad, Eclesiología, Cristología, Derecho Canónico, Teología Fundamental, Teología Moral, Teología Dogmática; etcétera. Eso mismo les daba susto por lo extenso y por lo denso. Esas eran las expectativas.

Como tenía que ser lógico, se mandó traer el Misal. Y empezamos. Y, como si estuviéramos empezando la misa, abrimos el misal en la parte de los ritos iniciales de la misa, haciendo y diciendo, como se hace siempre:

 En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.

Hubo silencio. Nos miramos los cuatro. Grande el compromiso el del facilitador de la clase que tenía propuesto desde un principio que todo iba a ser en metodología de conversatorio. Era cuestión de acomodarse en la silla después de arrastrarla un poquito, carraspear un poco, guardar silencio, y, de seguro mostrar una sonrisita, tal vez, nerviosa. Y todo lo demás sería esperar. Así fue.

 Solo en esa fórmula hay muchas materias juntas se teología – dije yo, iniciando con titubeos el diálogo y poniendo con ello el primer impulso.

 Para empezar – dijo uno de ellos – hay allí Trinidad, Dios Uno y Trino. Los otros dos, también yo, o sea que los otros tres, miramos al que había intervenido.

¡Por supuesto! – dijo un segundo, enriqueciendo la idea del anterior.

 Además, está el envío, porque se está diciendo que lo que se va a hacer es “en nombre de…” – dije yo contento al ver que lo del conversatorio estaba dando, una vez más, sus frutos y que los cuatro estábamos expertos en su uso.

 ¡En el nombre del Padre, y del Hijo…! – añadió otro, y en este mismo comienzo parecía que empezaba a sorprenderse por el descubrimiento.

Y, empezó el conversatorio, ahondando la idea que el celebrar la santa misa es un envío. Eso mismo suponía un llamado, primero, y un envío. Entonces, ya nos estábamos metiendo con Eclesiología, porque es la Iglesia la que celebra la misa como encargo y tarea en la acción del Espíritu Santo que es la acción de convocar a la comunidad que cree en la Redención por medio de la muerte en Cruz de Cristo. Y, se fueron entusiasmando al ir descubriendo todas las materias de la teología que estaban implícitas y resumidas solo en esa primera oración, en solamente “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Ya había Cristología, Historia de la Salvación, Antiguo Testamento, Sacramento, Misionología, Pastoral, Catequesis, Kerigma, Teología Dogmática…y paremos de contar, porque ya se estaba descubriendo tooooodo lo que había, e iba saliendo.

 Además, hay Derecho Canónico – dije yo. Ellos me miraron. Y esa intervención pareció haberlos agarrado en strike como en el béisbol. No esperaban esa curva. Pero, ellos estaban atentos al juego y no dejaban pasar jugada ni dato que se les escapara.

 ¡¿Derecho Canónico?! – preguntó uno de ellos, a la vez que arrugaba la frente como diciendo qué pasó.

 ¡Por supuesto! – dije yo, sabiendo que esa curva ponía en peligro al hombre del bate, que era indistinto de quién fuera de los cuatro, porque, en instantaneidad era cualquiera de los cuatro, ya que al enriquecer la idea, el que intervenía pasaba a ser el hombre del bate; aunque lo mismo se aplicaba para el pitcher en el montículo, ya que era un juego donde todos bateábamos y todos éramos pitchers al mismo tiempo. Era un juego intelectual, por supuesto, fuera de todo esquema con la particularidad de libertad de pensamiento en clave de diálogo en dinámica de conversatorio.

 Síiiiiii! dijo el que había arrugado la frente a la vez que se daba un puñetazo en la mano abierta como cuando uno ha encontrado la solución o se le viene de repente una idea brillante. Los otros tres nos asustamos y lo miramos.

 ¡Claro que hay Derecho Canónico en ese comienzo! – dijo. Lo volvimos a mirar como diciendo hable ya, muchacho.

Entonces, empezó a decir que hay Derecho Canónico, porque la Iglesia ordena sacerdote a través de un Obispo en comunión con toda la Iglesia, especialmente, con Roma. Y se ordena sacerdote al que haya cumplido su tiempo de estudio, primero, especialmente con la teología; que haya sido considerado “idóneo” … y en esa última palabra hizo gesto con los dedos de ambas manos de hacer entre comillas para resaltar la palabra; lo ordena sacerdote; lo consagra; lo propone como candidato al sacerdocio; lo prepara; lo llama; lo admite; y lo envía…

 ¡Jajajajaja! – se oyó la risotada de todos los tres…ante el entusiasmo de lo que iba diciendo el que estaba hablando.

 ¡Absolutamente de acuerdo! – dijo otro al comprender la sorpresa del hallazgo, e intervino para pasar de pitcher a bateador, o de bateador a pitcher, ya ni sé qué era en ese momento…porque las ideas estaban llegando ligeritas en aquella mañana del martes en el salón de clase de los alumnos del cuarto de teología.

La sorpresa era que, apenas habíamos comenzado, y ni siquiera habíamos comenzado para ser más exactos, y ya estábamos comprendiendo que la mejor síntesis teológica está ahí, en el misal. A esas alturas del puro casi comienzo iban resumidas ya como doce materias; tal vez más.

 Y, a todas estas… ¿Qué tiene que ver toda esa historia con lo del padre Chuy, llamado en este libro como “el hombre que no tenía apuros”?

Solo digamos que, realmente, no tenía apuros. Y, para tranquilidad del lector, habrá que decirle: “No os apuréis”. Solo como recordatorio, porque este capítulo es el primero de una serie de capítulos bajo el mismo título de EN MEMORIA MÍA, con la diferencia de estar seccionado en partes. El de ahora, es la primera parte, haciendo, igualmente, un trabajo de síntesis teológica, a la modalidad de la clase que llevábamos y estamos, ahora, llevando. Pero, “paciencia piojo, que la noche es larga”. Además, la paciencia… la paciencia…

Por otra parte:

“No OS PREOCUPÉIS”


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